Lo que comúnmente llamamos normalidad no es más que una zona de seguridad, muchos autores la llaman zona de confort, pero creo que es mucho más acertado llamarla de seguridad, pues las personas nos atrincheramos en ella para no hacernos preguntas "peligrosas" sobre nuestra forma de vivir y de vivirnos. Esta zona nos hace sentirnos seguros a cambio de no hacernos demasiadas preguntas, no sea que las respuestas exijan que nos comprometamos con nuestra felicidad y con la de los demás.
No hemos sido educados para comprometernos con la felicidad y los consiguientes esfuerzos de los cambios que ello requiere, cambios que pondrían en peligro nuestra seguridad emocional, que muchas veces consiste en aceptar chantajes emocionales. Para salir de la normalidad de los chantajes emocionales y del consumismo depredador de la naturaleza, que ejercemos a diario, hemos de pisar la raya que delimita nuestra zona de seguridad, hemos de salir de las trincheras y valientemente comprometernos con nuestra felicidad y con la de toda la humanidad.
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