LAS MÚSICAS DEL SENTIR
El
aire de la plaza comienza a florecer a pesar de ser invierno: la música que
crea una joven trae la primavera a todos los transeúntes, que no pueden evitar
mirarla buscando la fuente de este milagro.
Un
hombre se ha colocado desde la primera nota delante de la música, parece estar
absorto, sus ojos cerrados permiten que toda su piel se convierta en oído. La joven interpreta como si todo su cuerpo
fuese su instrumento. Las personas se paran y esbozan serenas sonrisas, como
queriendo mostrar su felicidad con un respetuoso silencio que acoja la melodía.
El tiempo se detiene, los pensamientos se congelan y la imaginación despliega
sus alas … todos los presentes parecen sentirse libres de sus cargas y se
permiten soñar , con esos sueños que garantizan la felicidad …
El
río mágico de la música, haciendo suaves meandros, se entrega a su final. La
última nota se recibe con un gran silencio que se prolonga como el último
bocado de un manjar exquisito, cuando se intenta mantener su sabor en nuestro
paladar. Un aplauso entre miradas de complacencia envuelve a la intérprete, las
personas desfilan dejando sus monedas en el estuche del violonchelo.
El
hombre del principio continúa en cuclillas hasta que todo el resto del público
ha vuelto a su deambular .
- ¿No
te ha gustado? – Le pregunta la joven
- ¡Ha
sido maravilloso! ¡Gracias! – Le contesta después de ponerse en pie y mirarla
con luz en los ojos.
- Te
he sentido unido a la música, como pocas veces he visto
-
Tenía que hacerlo, no quería que mi instrumento desafinase con el tuyo.
- ¿Tu
instrumento …? No veo ninguno
- No
es un instrumento musical
- ????
- No empleo el sonido, sino la imaginación …
- ¿Puedes tocar la imaginación …?
- Cuando te dejas sentir en la imaginación las
notas vienen solas, no hay que seguir ninguna partitura.
- Sin
embargo dices que me has acompañado en la interpretación …
- ¡Claro! Mi corazón se unió al tuyo … uno ponía
la música y el otro las imágenes … ¡Es muy sencillo!
- Pero nadie salvo tú ha podido ver lo que
imaginabas.
- Eso no importa, porque al igual que tú hacías
vibrar el aire con tu música yo lo hacía con el instrumento de mi imaginación…
a cada imagen le correspondía un sentir, y ese sentir sí llegaba a los
corazones de todos. Luego, cada uno, lo convertía en imágenes propias en su
imaginación ….
La
chica permanece unos instantes en silencio y luego su rostro se ilumina como el
de alguien que acaba de recordar algo importante
-
¡Sí, claro …! He sentido mientras tocaba
que me encontraba en un gran prado lleno de flores multicolores, que mis
pulmones recibían el aire de una fresca primavera … En otras ocasiones siempre
me imaginaba en una gran sala de conciertos, hoy ha sido muy diferente …
- Era
el efecto de mi instrumento
-
Pero … ¡esto es fantástico! Enséñame a usar tu instrumento.
- No
es sólo mío, todas las personas lo poseen. Hoy, gracias a ti, a tu música, ha
sonado como nunca
La
muchacha con una sonrisa picarona le dice:
-
Deberíamos formar un dúo
- Pero
… ¿qué pensaría la gente de mi instrumento … ?
La
música cogiéndole de la mano y susurrándole al oído le dice:
- ¡Qué
importa lo que piensen! Nos interesa lo que puedan llegar a sentir …
Los
dos se echan a reír, sintiendo que una gran aventura se abre ante ellos …
Fragmento del libro:
"Encuentros con tu propia sabiduría" de Carlos González Pérez
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