SABER MIRARNOS ES ENRIQUECER EL MUNDO
Nuestra
educación nos ha dicho cómo debemos mirar al mundo sin contar para nada al que
mira. Las “gafas” que cada cultura pone en nuestros ojos otorgan dirección a
nuestras creaciones, dando lugar a las riquezas únicas de cada pueblo, pero
también a sus limitaciones. Esta forma de actuar ha coartado el poder de las
personas como individuos, pues se ha dado prioridad absoluta a que fuesen
súbditos de las creencias, de los mitos, que han configurado las culturas: esas
eran las reglas del juego.
Ahora, se
abre una nueva mirada en la que la creatividad de cada individuo no va a estar
al servicio de una cierta cultura, sino al de su propio corazón. Este centro de
actuación hace que todo lo que se cree esté tanto al servicio del individuo
como al de toda la humanidad: es el poder armonizador del corazón.
Este
nuevo vivir trasciende la dualidad en la que hemos estado sumergidos durante
milenios , abriendo las puertas a una educación para ciudadanos del mundo, en
la que ser humano no es incompatible con ser tú mismo, es más, ser tú mismo se
convierte en la mayor aportación a la humanidad.
Para
lograr este objetivo es necesario que aprendamos a mirarnos, sólo conociéndonos
por dentro seremos capaces de mirar al mundo más allá de las creencias en las
que hemos sido educados y, así, descubrir en cada uno de nosotros ese tesoro
único que nos hace inmensamente feliz entregar a los demás. De la misma forma
que los diversos frutos, en su singularidad, enriquecen a toda la naturaleza,
la entrega de nuestros tesoros personales enriquecerán como nunca a toda la
humanidad.
¿Te
animas a mirarte, a descubrir en ti esos frutos únicos que deleitarán a la
humanidad …? Puedes empezar con unos
pocos minutos diarios de entrenamiento, buscándote un rincón mágico en el que
poder mirarte … en el que poder reconocerte …
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