LA DANZA ENTRE LA IMAGINACIÓN Y EL SENTIR, UNA PUERTA A LA SABIDURÍA
Imaginar
es ver lo invisible al pensamiento, por eso una educación meramente intelectual
nos vuelve ciegos. No se puede vivir la libertad sin imaginación, quedaríamos
atados a los pensamientos que se generan en nuestras creencias y condenados a
visiones inamovibles del mundo.
El
espíritu científico nos aleja del academicismo y fomenta nuestra imaginación,
si enseñásemos en las escuelas a aplicarlo en la propia vida, podríamos hacer
del principio socrático “conócete a ti mismo” un camino hacia la sabiduría,
máxima esencia de un educador.
Una
sociedad sin imaginación no puede ser sabia, por eso el fomentarla en las
escuelas debería de estar por encima de los mismos temarios. Si lo hacemos al
revés, los temarios por encima de la imaginación, estamos creando una cultura de autoridades, en la que el conocimiento nos
aleja de conocernos.
Repetir
meramente las máximas de los “sabios” nos distancia de nuestra propia
sabiduría, es como cambiar la vida por una fotografía de la misma.. El educador ha de crear el
ambiente necesario para que sus hijos y alumnos puedan reconocer su
imaginación, luego ha de enseñarles mediante su propio sentir a dar dirección a
esa imaginación, la danza entre imaginación y sentir estará entonces
abriéndoles la puerta a su propia
sabiduría.
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