DEJAR DE TEMER A NUESTRA SOMBRA

 
    No tiene sentido cambiar lo que no me gusta de mí sin haber comprendido antes desde qué creencias estoy contemplando esa parte. Toda sombra es fruto de una luz, cada creencia sobre mí es como una luz con la que intento verme, mientras esa luz no venga de mi corazón, de mi centro esencial, proyectará la sombra de un juicio, de un debería de ser de ésta o de aquella manera. Ser nunca puede constituir un deber, porque si así fuese estaría al servicio de algo.
     La flor es cuando expresa su propio aroma, cuando nosotros negamos a una parte nuestra le estamos negando su esencia y con ello su sentido, nuestra sombra nos quiere conducir a lo que nos prohibimos para así hacerse visible ante nosotros, como el niño que llora rompiendo nuestra tranquilidad, como el adolescente que altera nuestros nervios desvelando nuestras propias incoherencias

Nuestra sombra lleva nuestro propio aroma, si la contemplamos sin juicios y la acogemos en nuestro corazón nos mostrará la belleza que oculta.

     Nuestra sombra no es nuestra enemiga, tan solo nos recuerda que mientras no la reconozcamos no estaremos completos. Muchas veces queremos crear paraísos para nuestros niños ignorando la sombra que hay en ellos, una auténtica educación irá en busca de las  sombras, la de los maestros y la de los propios alumnos, para reconocerlas desde el corazón y conseguir así un ser humano completo. No se puede ser íntegro sin contar con nuestra sombra, sin acogerla como parte nuestra, una vez reconocida dejará de molestarnos.
    Querido lector, ¿qué sentido tiene buscar tu felicidad mientras rechazas a una parte que te pertenece ...? Deja de temer a tu sombra, desarma tus juicios sobre ella y acógela en tu corazón, seguro que tiene sabiduría que entregarte.

   
  

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