LAS DOS CARAS DE LOS LÍMITES: LAS CREENCIAS COMO HUEVOS
El sabio conoce que todo
límite tiene dos lecturas: el límite como contenedor de una experiencia,
permitiendo que ésta tenga lugar en el campo de juego delimitado; y el límite
como provocación para ser superado como culminación de la experiencia vivida.
Una metáfora de esto sería un huevo: el límite sería la cáscara, imprescindible
mientras el pollito no alcanza un tamaño mínimo, pero a la vez imprescindible
romper cuando el ser vivo ya no cabe en el huevo. Así son pues nuestras
experiencias: cuando decidimos crecer con ellas necesitamos los límites, hasta
que nuestro crecimiento supera la propia experiencia. Es importante contar con
la cáscara y no romperla antes de tiempo, pero a la vez hay que ver cuando ya
nos ahogamos en lo vivido por falta de nutrientes y espacio para crecer. Cuando
se entiende las dos caras de los límites estos se vuelven maravillosos ante
nuestros ojos.
Podemos ver a las
creencias como huevos en los que pensamos, como contenedoras de nuestras
experiencias, sus límites nos ayudan a pensar en determinadas direcciones, a no
escaparnos hacia otros pensamientos; permitiéndonos entre otras cosas cocrear
con otras personas y grupos sociales que comparten las mismas creencias. Si
estamos en un crecimiento personal que busca conectarnos con nuestra esencia,
autenticidad y creatividad propia, llegará un momento en el que nuestro propio
crecimiento superará la creencia-experiencia y sus límites se convertirán en la
cáscara a romper.
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