DE LOS SUEÑOS DE NIVEL 1 A LOS SUEÑOS DE NIVEL 2
Detrás de cada
acción nuestra hay un poder, invisible para muchos, que es el que
verdaderamente va a ser decisivo en el resultado: nuestra intención. No hemos
sido educados para valorarla, para saber emplearla a voluntad. Hasta tal punto
es nuestro desconocimiento sobre los mecanismos de la intención, que en la
mayoría de la veces no somos plenamente conscientes de cuáles son nuestras
auténticas intenciones a la hora de emprender un camino.
Al no haber sido
entrenados en el autoconocimiento caemos muy a menudo en el autoengaño, el cual
es la mejor niebla para no poder ver nuestras intenciones; por ejemplo: es muy
posible que una intención esté generada por nuestra sombra, o por nuestros
estados de necesidad emocionales, al no reconocer ni a una ni a los otros no
nos queda más remedio que hacer una proyección de nuestras intenciones a un
campo admisible por nuestra ética o moral; precisamente de este proceso de
autoengaño viene el viejo refrán: "El camino al infierno está empedrado de
buenas intenciones".
Para conseguir
realizar nuestros sueños hemos de tener muy claro tres cosas: de dónde salimos,
a dónde queremos llegar y cuáles son nuestras intenciones. Las intenciones
marcarán si nuestros sueños son de nivel uno - provenientes de estados de
necesidad de nuestro ego y que son un regalo que nos hacemos sólo a nosotros mismos
- o de nivel dos: provenientes de la abundancia de nuestro corazón y que
disfrutamos regalando al mundo. Los sueños de nivel dos requieren de un proceso
de autoconocimiento, de autoenriquecimiento, que conecte al ego con nuestro
auténtico corazón, otorgándole así su sabiduría y abundancia: es el ego
empoderado, que nos convierte en auténticos Reyes Magos que disfrutan regalando
a la vida sus sueños.
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