DESPEGÁNDONOS DE LA TIERRA DE LA INFELICIDAD
La idea de
progreso es relativa a nuestras creencias de lo que nos conviene. Así hay
personas que piensan que aumentar el consumo es caminar hacia la abundancia,
para otras es todo lo contrario. Primero definimos las reglas del juego, luego
nos olvidamos que es un juego y finalmente quedamos atrapados en él, en
nuestras propias normas. Entonces, empujados por la dualidad y sus juicios,
buscamos culpables, iniciando un círculo vicioso: el drama está servido.
Buscar
la salida a la crisis sin revelar las reglas del juego en la que nos hemos
quedado atrapados es condenarnos a seguir echándonos las culpas. Claro que en
nuestra educación nadie nos habló de que había unas reglas que aceptamos sin
ser conscientes: los libros, las asignaturas, el entorno … nos susurraban
constantemente “esto es lo que hay”. Para rematarlo aceptamos aquello de
“adaptarse al medio”, pues nos venía de manos de las poderosas creencias
científicas, revestidas de verdades y de progreso.
Está claro que no éramos conscientes, pero
ahora, querido lector, ya lo somos. ¿Vamos a seguir jugando a lo mismo o
empezamos a cambiar las “reglas” …? No hay que esperar a que nadie nos dé
permiso, ni que empiecen otros. ¿Qué te parece comenzar por examinar las reglas
que tú mismo te has impuesto y que hoy mismo ibas a seguir al pié de la letra
…? Mientras vas para el trabajo, o estás en el cuarto de baño, puedes empezar a
enumerarlas. Sí, ya sé que dirás que no puedes incumplir la mayoría, porque eso
te privaría de cosas “necesarias, “imprescindibles”, pero ahora viene el plato
fuerte: detrás de esas cosas irrenunciables hay más normas que te has impuesto,
normas más difíciles de ver, más subterráneas … que son las raíces que te mantienen
pegado a una “tierra” en la que no eres feliz. Atrévete a mirarlas, sin
juzgarte, pues eso te ataría más a ese suelo … sonríe, disfruta como un
científico que está realizando el descubrimiento de su vida, disfrútalo.
Una
vez hayas reconocido tus “raíces ” tira de ellas con la inocencia del niño, con
la intrepidez y atrevimiento del adolescente, con la experiencia del adulto y
con la visión integradora de la vejez. Con tan grandes sabidurías y con el
poder de tu corazón ¿quién o qué puede oponerse a tu libertad? Ahora ya puedes
despegar del suelo de la infelicidad, saltar libre de las raíces que te hundían
en él … Cuando te canses de saltar, pensarás en algo aún más atrevido: volar … para ello necesitarás alas, las alas de tus
sueños … pero eso será tema para otra
charla ….
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Genial Carlos. Despegaremos con el poder del corazón.
ResponderEliminarGenial Carlos. Despegaremos con el poder del corazón.
ResponderEliminar¡Qué bonito cuando haces consciente lo inconsciente!
ResponderEliminarGracias Carlos, me ha encantado.