Si sientes que lo que vives día a día no es tu historia, es porque no es tu historia. Heredamos historias y dramas que intentan apoderarse de nuestro propio sentido de la felicidad, haciéndonos sentir culpables si no seguimos sus directrices. La familia, la cultura y demás clanes con los que nos hemos formado no tienen derecho a manipular la esencia que nos hace seres únicos. Es necesario definir una educación que nos ayude a distinguir nuestras herencias de nuestra esencia, una educación que despierte en nosotros al ser indomable que durante siglos ha dormido en el ser humano: no nacimos para ser súbditos de nuestras herencias, sino para ser ciudadanos libres que puedan crear mundos libres.
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