La mente también tiene una posible fuente de alegría: el humor. Gracias a ella podemos relativizar todo y, así, conseguir ver el drama desde una altura suficiente como para no quedar atrapado en su laberinto. Pero para que el humor nos traiga alegría inocente y profunda es necesario que esté exento de todo juicio a las personas: podemos reírnos de los papeles que hacemos, pero no de lo actores que los interpretamos. Si queremos que esta alegría además se devenga sabiduría y sensibilidad hemos de conectarla con la de nuestro corazón.
Querido lector, ¿te apetece conectar las dos alegrías ...? Si lo haces tu risa será indestructible ... y tu mirada mostrará el poder de tu corazón
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