Hemos sido educados en el "tengo que", en el sentido del deber por encima del sentido de la felicidad; si no nos damos cuenta de esto en nuestra vida cotidiana quedaremos atrapados en la telaraña de obedecer a aquello que no nos hace felices.
Querido lector, te propongo un juego para empezar a salir de esa telaraña: al empezar el día haz dos listas, una encabezada por el título "hoy tengo que hacer" y otra con el título de "voy a disfrutar de". Empieza a anotar en una lista lo que consideras tus deberes y en la otra los placeres que te gustaría llevar a cabo; contémplalas una vez acabadas, mira cuál es más larga, piensa en cuál de ellas has utilizado más tu imaginación libre, en definitiva: toma conciencia de cómo está tu sentido de la felicidad con respecto a tu sentido del deber.
En la lista de los placeres examina cuáles de ellos pueden tener hueco en tu actual agenda del día, mira cómo podrías cambiar esta agenda para hacer más huecos. Y ahora viene el toque mágico: vas a dejar de pensar en dualidad, es decir de pensar que un placer puede desplazar a un deber o viceversa por la falta de tiempo ¿Cómo puedo estirar el tiempo?, te preguntarás, la respuesta aunque es obvia probablemente no la encontrarás en la educación que recibiste, es tan simple como integrar placeres y deberes. ¿Te parece una locura?, te invito a que recuerdes aquella escena de Mary Poppins en la que el deber de ordenar los juguetes es convertido por la sabiduría de la felicidad en un placer, en un juego a disfrutar. Nos han hecho creer que placer y deber son incompatibles, pero no tiene por qué ser así, es cierto que te resultará muy difícil al principio cambiar tus actitudes, tus inercias, pues has de trabajar en desarrollar tu sabiduría de la felicidad, peros puedes empezar a hacer ejercicios viendo otra vez Mary Poppins, eso sí, ahora dispuesto a inspirarte en ella para cambiar tu vida, Mary te inspira, pero la creatividad y el sentido de la felicidad son tuyos
Mary Poppins no se opone al sentido del deber, ni tampoco se somete a él, simplemente lo trasforma en sentido de la felicidad. |