NACER A NUESTRA PROPIA IDENTIDAD


     Ver en el otro un límite a nuestra libertad nos revela hasta que punto nos hemos encerrado en creencias limitantes sobre nosotros mismos. La auténtica libertad no es algo que alguien exterior a nosotros nos tenga que conceder, sino que es fruto de haber alcanzado nuestra propia identidad como seres únicos.
       Cada vez que delegamos nuestra identidad en una creencia atamos nuestra libertad a ella, este es el motivo de la mayoría de los enfrentamientos entre seres humanos.




       Un mundo en paz y libertad requiere que cada ser humano sea capaz de nacer a su propia identidad, sin delegaciones de ningún tipo. Para conseguir esto es necesario que nos reconozcamos más allá de nuestras creencias y de nuestras banderas: es el camino hacia el ser humano empoderado.


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