ABRIRSE AL OTRO PARA MOSTRAR NUESTRA ESENCIA



      La flor cuando se abre lo hace sin miedo, sin titubear, sabe que al hacerlo libera su aroma y color. En su sabiduría comprende que liberar es liberarse. No pone obstáculos a ser ella misma, no emplea caretas … ¿para qué fingir la belleza si ya es belleza?


  

      Nuestra educación nos ha ocultado que sólo floreciendo seremos capaces de dar nuestro fruto, por eso nos paramos en capullo, nos encerramos, nos ocultamos nuestra belleza y tememos abrirnos. Nuestra historia ha sido negarnos nuestra esencia.
      Un maestro, de corazón,  es aquel que se convierte en primavera, en una primavera irresistible …. a la que finalmente se entregan sus alumnos, abriéndose cada uno en una flor diferente, la suya propia. La clase se vuelve jardín, los aromas se intercambian, la vida se muestra sin secretos …
     Cuando dos personas se abren una a la otra todo en ellas habla, hasta el silencio. Ya no tienen que demostrarse nada, simplemente se muestran. La conversación trasciende las palabras …  se trasmite simplemente  a través de los aromas de cada una, es un diálogo musical.
     No podemos ser nosotros mismos sin expresarnos en flor, sin  liberar nuestra esencia al otro. Hemos de vencer el miedo a abrirnos convirtiéndonos en ese maestro, de corazón, que no tuvimos. El secreto está en comprender que debemos ser a la vez flor y primavera.
     Ser feliz es tan sencillo como abrirnos a la vida, al hacerlo podemos sentir nuestra propia esencia y, así, caminar hacia el fruto del ser humano: el ser esencial.
    Querido lector, ¿qué te parece empezar a abrirte al otro y convertirte en un ser esencial …? 

   
   
  

DE LAS EMOCIONES DEL EGO A LAS DE NUESTRO CORAZÓN


 
     Hay un lago en nuestro interior en cuyas aguas se expresan nuestras emociones. Cuando recibimos una caricia se produce un suave aire sobre él, que riza el agua, su contemplación nos produce placidez … La atracción por otra persona revoluciona las aguas, las tiñe de pasión, nuestro mar interior se embravece en todas las direcciones, parece que su espacio es insuficiente. La muerte de un ser querido produce un vórtice en forma de sumidero por el que parece marcharse el agua, el nivel de nuestro lago puede descender hasta hacerlo peligrar, hasta quedarse sin el fluido en el que puedan vibrar nuestras emociones. Todos estos sucesos son causados por la resonancia de nuestro ego con lo que acontece fuera, el agua es movida por causas superficiales, nada sabemos de lo que ocurre en su fondo, de las semillas que esperan brotar de él.
     Pero a veces sobre las aguas aparece un tallo verde, con sus raíces ancladas en el fondo oculto a nuestro ego. De forma elegante y pausada recibe la luz del día, de la vida de fuera, y cuando llega el momento se abre para regalarnos una flor. Todo el lago se estremece, reconoce en ella el misterio de la tierra que le sustenta y se pregunta de dónde proviene tanta belleza. Las aguas vibran, pero ya no por emociones causadas por el ego, sino por el sentir del corazón.
   

   

    Dos tipos de emociones con orígenes muy diferentes que terminan en nuestro lago, unas nacidas en las creencias que estructura nuestro ego, y otras en nuestro corazón, que traen con ellas el aroma de nuestra verdadera esencia. Las primeras están impregnadas de la gravedad del mundo de la dualidad, de la división, por eso su alegría tarde o temprano es contrarrestada por el sufrimiento. “Las flores de nuestras emociones” no están sujetas a ninguna polaridad, por eso nos dan sin esperar nada a cambio, expresarlas nos otorgan felicidad, abriendo además nuestra mente a la sabiduría.
     Si las aguas de nuestro lago están constantemente agitadas por las emociones de un ego desconectado de nuestro corazón, desempoderado, no van a permitir que las flores puedan brotar sobre su superficie. Hay que calmarlas buscando la belleza exterior, que sin duda, tarde o temprano, terminará seduciendo a la nuestra propia, que buscará el camino entre las aguas para mostrarse a la vida.
     ¿Qué te parece, querido lector, hacer brotar en tu lago las flores de las emociones…? Se dice que si las regalas aumenta el número de las que brotan, debe ser la magia del corazón…
  
  
   

LA SABIDURÍA DE LA LIGEREZA



      La fuerza de la gravedad tiene por función mantenernos unidos a algo, sería interesante preguntarse qué gravedad nos mantiene atados a lo que nos hace sufrir. ¿Por qué nos empeñamos en seguir pensando en todo lo que nos hace daño …? ¿Qué fuerza misteriosa nos impulsa a ello?. Aunque no supiéramos responder a estas preguntas siempre nos quedaría el recurso de las aves, que sin saber el porqué de la gravedad extienden sus alas y vuelan … curiosamente sirviéndose de la ligereza del aire. ¡Claro! ...  para ello necesitaríamos encontrar nuestras alas …
   
  
  

     El ser humano alado sabe que su capacidad de volar reside en su corazón, que extender sus alas consiste simplemente en abrir su mente a él. Volar no sólo no es un imposible, sino que es la gran necesidad, oculta a nuestra educación, que nos hace sentir insatisfechos a pesar de ir cumpliendo deseo tras deseo. Hasta que no descubrimos esta necesidad en nuestro interior no somos conscientes de los verdaderos potenciales del ser humano, cuando damos con ella nada ni nadie puede impedir que deseemos con todas nuestro sentir satisfacerla. El camino para conseguirlo es el de la sabiduría de la ligereza, conozcamos algo sobre ella, sobre sus técnicas …
     Ir desprendiéndonos de todos aquellos pensamientos que nos hacen sentir pesados constituye los primeros pasos hacia nuestra pista de despegue. También es necesario reconocer las creencias que nos atan a la dualidad, y a su fuerza de gravedad: los juicios. Contemplar la belleza, recrearse en ella, en el sentido de volver a crearse siguiendo su aroma, es ya un gran acto de ligereza; sentirnos bellos es mirarnos en el espejo de nuestro corazón, el que refleja nuestra auténtica esencia. Estos ejercicios diarios dan músculos a nuestras alas y despiertan nuestra imaginación, dos cosas esenciales para saber volar.
      ¿Qué te parece, querido lector, practicar todos los días la sabiduría de  la ligereza …? ¿Te imaginas rodeado de personas graves y a ti desplegando tus alas … burlando la fuerza de la gravedad del victimismo? No habrá crisis que pueda contigo, tus ideas, tus pensamientos, disfrutarán  de la perspectiva de la altura. ¿Quién que conoce de sus alas va a renunciar a volar …? 

    
  
  

NADA PUEDE LIMITAR A LA AUTÉNTICA VIDA



     No hacen falta determinadas condiciones del entorno para que la vida tenga lugar, es la vida quien condiciona a todo lo demás. Para darse cuenta de esto basta salir del cerco del materialismo y percibir la danza de los átomos que supone la nutrición y la respiración:  nuestra vida no está en esos átomos, pues salen y entran constantemente en nuestro cuerpo sin que la vida se nos escape. Cuando morimos no “mueren” los átomos, es la vida que ha decidido abandonar su danza de la materia.
  

  

     El proceso que sometió la mirada científica al materialismo encerró también el concepto de vida; ahora los Nuevos Paradigmas del Conocimiento lo liberan. La vida es la misma conciencia expresándose en diversos niveles, que deje de hacerlo en uno, por mucho que lo llamemos muerte, no significa su desaparición.
      De hecho, nuestro corazón nunca ha caído en el velo del materialismo, se ha negado siempre  a aceptar la muerte como la negación de la vida. Entonces … ¿por qué sufrimos la muerte de seres queridos? La educación recibida, a través de su transmisión de creencias, ha separado al corazón del ego, y éste ha tenido que crear en su seno un sucedáneo del corazón original. Esta copia ha generado sus propios sentimientos, supeditándolos a las creencias con las que ha sido estructurado el mismo ego, es un sentir condicionado, sin libertad, por eso las personas han podido ser manipuladas a través de sus “sentimientos”; sólo así se puede explicar que millones de personas acepten ir a la guerra contra otras a las que ni siquiera conocen. El miedo a la muerte, el sufrimiento que provoca, la amenaza que vemos en ella … todo, es fruto de esta situación.
      Hemos separado la vida, encerrándola en conceptos, de nuestro auténtico sentir. A partir de ahora, para que una teoría científica sea aceptada deberíamos exigirla que no vaya contra lo que sentimos en nuestro corazón. Querido lector, ¿te has preguntado alguna vez cuántas cosas de las que aprendiste en la escuela, y tal vez en la universidad, no pasarían el visto bueno de nuestro sentir …? ¿Por qué crees que nunca llegaste a hacerte esta pregunta …? 

    



LA AUTÉNTICA OBJETIVIDAD SÓLO ES POSIBLE DESDE EL CORAZÓN



      La educación que hemos recibido tiene sus raíces en la dualidad, esto se refleja en todos los ámbitos de nuestra vida. Cuando pensamos desde miradas sumergidas en la dualidad la tensión entre los polos nos hace imposible una verdadera objetividad, ya que el punto medio es sólo una realidad geométrica, que lo único que pone de manifiesto es precisamente el poder de los polos sobre nuestra decisiones; como ejemplo de esto basta contemplar una disputa política en cualquier parlamento del mundo. Para escapar de este juego hemos de crear creencias que no tengan su sustrato en la dualidad, los Nuevos Paradigmas del Conocimiento es el campo en el que estas creaciones se están llevando a cabo.

     Pero mientras tanto, ¿qué podemos hacer para ser más objetivos? Hay una parte nuestra que vive más allá de la dualidad: el corazón. Éste no puede ser sometido por los polos, por la sencilla razón de que conoce y reconoce a todas nuestras partes, sin ningún  tipo de juicio. La ausencia de juicio, la mirada inocente, es la que permite una auténtica objetividad.
  

En esta imagen tenemos un ejemplo del gran poder de la objetividad del corazón
  
      Puede que en estos momentos, querido lector, estés pensando: todo es muy bonito, pero con determinadas emociones es imposible ser objetivo. Las emociones no tienen porqué provenir de nuestro corazón, de hecho, la mayoría de las que habitamos cotidianamente son fruto de nuestras creencias y de los juicios que éstas provocan en nosotros, es decir, son sustentadas por la dualidad, precisamente por eso nos suelen ocasionar tantos conflictos, Lo que nos confunde respecto a su origen es la gran velocidad con la que sobrevienen sobre nosotros, muchísimo más grande que la de los pensamientos. El “pienso luego existo” nos ha hecho creer que decidimos pensando, pero cada vez parece más claro para los neurocientíficos que los pensamientos suelen ser más un medio de justificar nuestras acciones- pasadas, presentes y futuras- frente a nuestras creencias; ya que decidir en contra de ellas nos crea inseguridad.

      Sentir desde el corazón genera en nuestro cuerpo un tipo de emociones muy diferentes, éstas no necesitan ser justificadas, escapan al poder de nuestras creencias limitantes. Por eso, todo auténtico sabio conoce que la clave del verdadero discernimiento, la gran objetividad, reside en el corazón.

      Para llegar al corazón de una forma cotidiana hemos de realizar un trabajo sobre nuestras creencias: hacerlas transparentes a la luz de nuestro sentir, elevarlas fuera del alcance de la dualidad, para permitirnos, así, acceder a nuestra propia sabiduría, sólo entonces podremos hablar de auténtica objetividad. ¿Te apetece el camino …? He de advertirte que el ir separándose de la gravedad de la dualidad suele provocar algún que otro vértigo … pero no te preocupes, con la práctica terminas acostumbrándote.
   
  
  



LA SABIDURÍA DE LA SEMILLA, UN CAMINO A SER NOSOTROS MISMOS


  
       En una vida hecha para satisfacer lo que se espera de nosotros la semilla del sentir nuestra propia identidad aguarda a que le anunciemos la primavera. Vivir según nuestro sentir se torna difícil, todo parece en contra, pero cuando a una semilla le llega el momento no se queja de su pequeñez, poco a poco, brota conquistando su espacio, confiando en su potencial creador de vida. Al final, su tamaño la hace firme en la tierra y ya nadie la puede ignorar.
   

       Seamos como la semilla que no renuncia a su grandeza por el hecho de haber nacido pequeña e indefensa. Nuestra grandeza es ser nosotros mismos, más allá de los miedos que se opongan a ello.
      Vivir negando nuestra esencia es dejar estéril la semilla que somos. Para evitarlo, hay que hacer como la naturaleza: preparar lentamente nuestro terreno, hacer llegar la primavera y empezar a crecer cada día un poco. No tiene sentido luchar contra los elementos que creemos que nos  impiden ser nosotros mismos o, en sentido contrario, rendirnos ante nuestro victimismo. Basta dejarnos sentir cada día un poco más, nada en el universo se puede oponer a que expresemos nuestra esencia, por la sencilla razón de que ella forma parte creadora de él, no tenemos que pedir permiso a nadie para ser nosotros mismos,
      Las creencias limitantes intentarán negar nuestra esencia, sólo lo podrán conseguir si depositamos nuestra identidad en ellas, por eso, quien se conoce a sí mismo, quien reconoce su verdadera identidad, no sirve a ninguna creencia, aunque las habite en su pensar y en su interpretación mental del mundo.
     Permitir brotar nuestra semilla es el mejor regalo que podemos hacer al mundo y a la humanidad. Además, sólo hay una forma de conocernos verdaderamente: dejarnos brotar.
    Querido lector, nada ni nadie puede impedirte vivir según tu sentir y que dejes de esclavizarte con lo que la sociedad y los demás esperan de ti. Para lograrlo, tan solo has de sentir en ti la sabiduría de la semilla, y no dejarte confundir por lo pequeño que tus creencias te quieran hacer ver. Día a día, con pequeños gestos, empezarás a aflorar de la tierra de las falsas identidades, camino de expresar quien realmente eres. ¿Te animas a germinar tu semilla …?