DE LOS SUEÑOS DE NIVEL 1 A LOS SUEÑOS DE NIVEL 2


     Detrás de cada acción nuestra hay un poder, invisible para muchos, que es el que verdaderamente va a ser decisivo en el resultado: nuestra intención. No hemos sido educados para valorarla, para saber emplearla a voluntad. Hasta tal punto es nuestro desconocimiento sobre los mecanismos de la intención, que en la mayoría de la veces no somos plenamente conscientes de cuáles son nuestras auténticas intenciones a la hora de emprender un camino.

Toda acción posee un corazón, un centro que le otorga alma, una esencia que le da sentido: nuestra intención. Tener claras nuestras intenciones permite depurarlas, conducirlas hacia la sabiduría de nuestro corazón y, de esta forma, hacer de nuestras acciones frutos de abundancia y belleza

     Al no haber sido entrenados en el autoconocimiento caemos muy a menudo en el autoengaño, el cual es la mejor niebla para no poder ver nuestras intenciones; por ejemplo: es muy posible que una intención esté generada por nuestra sombra, o por nuestros estados de necesidad emocionales, al no reconocer ni a una ni a los otros no nos queda más remedio que hacer una proyección de nuestras intenciones a un campo admisible por nuestra ética o moral; precisamente de este proceso de autoengaño viene el viejo refrán: "El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones".

    Para conseguir realizar nuestros sueños hemos de tener muy claro tres cosas: de dónde salimos, a dónde queremos llegar y cuáles son nuestras intenciones. Las intenciones marcarán si nuestros sueños son de nivel uno - provenientes de estados de necesidad de nuestro ego y que son un regalo que nos hacemos sólo a nosotros mismos - o de nivel dos: provenientes de la abundancia de nuestro corazón y que disfrutamos regalando al mundo. Los sueños de nivel dos requieren de un proceso de autoconocimiento, de autoenriquecimiento, que conecte al ego con nuestro auténtico corazón, otorgándole así su sabiduría y abundancia: es el ego empoderado, que nos convierte en auténticos Reyes Magos que disfrutan regalando a la vida sus sueños.
  
  

GUERREROS Y PACIFICADORES FORMAN UN EQUIPO SIN SABERLO



   Los guerreros que desean ayudar a crear un nuevo mundo que sea más justo y respetuoso están distrayendo, a través de su combate, a los guerreros que no quieren que el mundo cambie, dejando así el camino abierto, sin enemigos enfrente, a los pacificadores que anhelan crear un mundo que sepa vivir desde el corazón, un mundo sin juicios a las personas y por lo tanto más allá de la división entre buenos y malos. Los pacificadores al no necesitar guerrear, gracias a los guerreros, pueden gozar de la coherencia de vivir hoy en buena parte como en el futuro que anhelan crear. Así, guerreros y pacificadores forman un estupendo equipo para cambiar a la humanidad, aunque no se lo hayan propuesto conscientemente. Querido lector, ¿en cuál de las dos  partes de este magnífico equipo quieres estar …?


Mientras el guerrero soñador, con el don de su valor  y la habilidad de su "espada", se enfrenta a los guerreros inmovilistas, el pacificador, con el don de conmover los corazones, despierta en las personas los sueños para construir  una nueva humanidad. El guerrero que lucha por el cambio ayuda a que los pacificadores puedan volar libremente ...

NO EXISTE EL PECADO ORIGINAL, SINO CREENCIAS "TERRORISTAS"


     Dentro de nosotros hay creencias "terroristas" que nos sabotean para que no seamos plenamente felices. Mientras estemos distraídos buscando afuera culpables de nuestra infelicidad, no podremos atrapar al "terrorista" que llevamos dentro. Son creencias muy escurridizas, para poder detectarlas y desarmarlas hemos de crear en nuestra mente un observador sin juicios y disfrutar del proceso de "caza".
    Estas creencias penetraron en nosotros en la más tierna infancia, sin que tuviésemos posibilidades de filtrarlas, se anclaron en el trasfondo de nuestra mente y, desde ahí, desfocalizan nuestra mirada para dificultar que encontremos nuestros horizontes personales de felicidad. Parte de ellas tienen como fin desvalorizarnos, haciendo que no sepamos amarnos y respetarnos a nosotros mismos. Como todas estas creencias están presentes prácticamente en todas las personas nos quedamos sin contraste para verlas, por eso es necesario hacer un proceso de autoconocimiento y crear el observador del que hablábamos antes.


Las creencias "terroristas" entraron en nosotros, perfectamente camufladas, a través de nuestros seres queridos, que muchas veces nos las trasmitieron envueltas en el papel de "regalo" de "lo hago por tu bien". Ellos no son culpables de esto, pues no fueron conscientes de lo que hacían. 
    ¡Cuántas veces hemos creído que fallábamos nosotros, por no saber que llevamos dentro estas creencias saboteadoras de nuestra felicidad! Como educadores hemos de ser conscientes de todo esto, si no queremos que nuestros hijos y alumnos sufran igual que nosotros y sigan echándose las culpas por algo de lo que no son responsables: no existe el pecado original, sino creencias terroristas.



TRASCENDIENDO EL ENAMORAMIENTO COMO ESTADO DE NECESIDAD


       Cuando nos enamoramos perdemos peso emocional, nos sentimos ligeros, como en una nube … Ante la persona amada nos desnudamos en todos los sentidos, nuestras habituales máscaras las vamos retirando poco a poco, sobre todo si es el primer enamoramiento, de ahí nuestra sensación de ligereza, es como si de gusanos hubiésemos pasado a mariposas por arte de la magia del amor. Pero, existe un frío “pero” que baja la temperatura de la magia, empezamos paulatinamente a sentir miedo a perder el amor de ese ser que nos ha dado alas, y como por encantamiento de una bruja mala, fea y con verrugas, empezamos a ganar peso, nuestras alas comienzan a tener dificultades para elevarnos, nuestra mirada cambia de dirección y apunta, sin piedad, hacia los defectos que más nos molestan en el ser que habíamos divinizado: la Dualidad nos ha situado, como suele hacer, en el otro polo, en el del desencantamiento de la belleza de la vida.
      Mientras necesitemos a otra persona para iniciar nuestra metamorfosis a mariposa, es decir, nuestro pase a seres capaces de desdramatizar la vida, de disfrutarla desde la ligereza emocional, estaremos sembrando nuestra dependencia y, por lo tanto, alimentando nuestra futura caída al suelo de los dramas: el estacazo está asegurado.



    El estado de enamoramiento nos hace sentir ligeros y libres, nos dota de las alas que nos propulsan más allá de nuestros límites habituales, ensancha la vida y la perfuma, nos hace sentir que el amor es libertad ...

      Para evitar todo esto es imprescindible hacer un camino de autoconocimiento, de conseguir conectar nuestro ego con nuestra esencia, que es la clave de nuestra ligereza emocional, pues nuestra esencia no está sometida a las leyes de la Dualidad, que obligan a nuestra mente a dramatizar nuestra vida. A este proceso lo podemos llamar el empoderamiento del ego, que básicamente consiste en reeducarlo en un paradigma que permita conectarlo con nuestro auténtico corazón, en el cual reside nuestra sensibilidad, hacia nosotros y hacia los demás, nuestra sabiduría y nuestro poder; con estos tres dones podemos iniciar nuestra metamorfosis hacia mariposa sin ser dependientes de nadie. A partir de aquí, enamorarse ya no será consecuencia de un estado de necesidad del ego: sentirse ligero, libre de máscaras, desnudo, bello, querido, reconocido como ser único … todo esto lo habremos ido consiguiendo, al menos en parte, en nuestro camino personal de empoderamiento; enamorarse dejará de ser un peligro y se convertirá en una forma maravillosa de volar, de expresar al mundo nuestra propia luz; además la idea de enamoramiento ya no sólo será  aplicable al deseo de convivir en armonía con otra persona, sino que será toda una forma mágica de vivir la vida.
   
  

LA RESONANCIA EMOCIONAL: UN MÉTODO PARA AYUDAR A PERSONAS INACCESIBLES


      En ocasiones queremos ayudar a una persona con la que tenemos roces frecuentes y hemos intentando sin éxito hablar con ella sobre el tema, siempre que lo hemos hecho se nos ha cerrado en banda, incluso con el intento de diálogo empeoramos la situación; esto se da muy frecuentemente, por ejemplo, entre un padre y su hijo adolescente. En estos casos tenemos una técnica muy especial: la resonancia emocional. Consiste en observar qué emociones negativas provoca en mi la convivencia con la persona en cuestión, e interpretar que estas emociones son una resonancia de las que siente el otro en su interior y que, en última instancia, son las que originan el problema de convivencia. Por ejemplo, si ante mi hijo adolescente siento frustración cabe pensar que el problema de mi hijo es que está frustrado por algo y que por eso se lo hace pagar a otros, incluido a su padre. Es una técnica que se puede aplicar sin necesidad de que la otra persona colabore y que nos da una pista muy importante para iniciar una aproximación hacia ella.

El problema de averiguar qué le pasa al otro empieza a muy tierna edad, el no conocer la respuesta puede provocar los más variados conflictos de convivencia. Las emociones son en sí mismas un medio de comunicación, ¿por qué no emplear el fenómeno de la resonancia para entender mejor el mensaje que nos envía el otro ...? 


     El principio en el que se basa es en la resonancia, un fenómeno físico muy conocido: cuando tocamos una nota en una cuerda de un instrumento musical puede hacer vibrar otra cuerda en un instrumento próximo al primero, lo más sencillo es probarlo con dos diapasones de la misma frecuencia: al hacer sonar uno se pone en marcha el otro. Lo que funciona en la física puede también funcionar en las emociones. Piensa que el fenómeno de la resonancia emocional es más común de lo que parece, tienes numerosos ejemplos: en un partido de fútbol cuando la alegría se contagia ante un gol, en una película cuando los espectadores resuenan ante las emociones de los protagonistas, ante la indignación colectiva por un hecho injusto, la misma empatía es un fenómeno de resonancia emocional ...
   Querido lector, te invito a probar la resonancia emocional con esa persona a la que estimas, tienes problemas de convivencia con ella y no encuentras manera de dialogar y solucionarlo; no tienes nada que perder y mucho que ganar. Ya me contarás ...

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DEJAR DE LUCHAR CONTRA NUESTROS MIEDOS

 
    Si nos enfrentamos a nuestros miedos uno por uno, no acabaremos nunca, porque no hemos eliminado la fuente que los origina y, por lo tanto, por cada miedo eliminado puede aparecer otro.

  Luchar contra nuestros miedos fortalece a nuestro guerrero, con cada batalla que gana aumenta su autoestima,  pero esto no acaba con el origen de nuestros miedos y hace que la guerra no termine nunca. Si queremos alcanzar la paz hemos de dar paso al pacificador para que llegue a ese origen y acabe así nuestra guerra. (En la imagen una escena del film "El guerrero pacífico")

   La fuente de nuestros miedos es la desconexión entre nuestro ego y nuestra esencia, causada por la Dualidad. Para dejar de generar miedos hemos de ir cambiando el sistema operativo desde el cual pensamos –esa Dualidad –y sustituirlo por un nuevo paradigma: el de la conexión con nuestra parte esencial. El proceso para lograr esto es el del empoderamiemnto del ego, cuya meta garantiza un ego que no teme la vida, porque se sabe cocreador de ella, lo cual le permite celebrarla en cualquier momento.
  
  

DOS FORMAS DE RESOLVER CONFLICTOS: LA DEL GUERRERO Y LA DEL PACIFICADOR


     En Dualidad hay dos maneras de tratar de resolver un conflicto. La primera consiste en que uno de los dos polos que luchan se imponga sobre el otro: es el camino del guerrero, que sólo puede ser vencedor o vencido. La segunda consiste en que los dos polos dialoguen, reconociéndose mutuamente como iguales en derechos; de este diálogo nace un compromiso que beneficia a ambas partes: es el camino del pacificador, en el que no hay derrotados, pues no se busca un vencedor, sino una solución sabia.


   Saber manejar con sabiduría tanto a nuestro guerrero como a nuestro pacificador nos permite eliminar el drama de nuestros conflictos, abriéndose el camino a vivirlos como una aventura a disfrutar, como un encuentro con el otro que nos enriquece a ambos, como una forma de expresar la nobleza de nuestro corazón.



Nelson Mandela empezó como guerrero, con su  mano cerrada, como el samurái que sostiene la espada preparado para morir por su causa, dispuesto a derrotar a su enemigo a toda costa...




... Pero su larga estancia en la cárcel le hicieron descubrir al pacificador que había en su interior: conoció al hombre blanco desnudo, sin su máscara de enemigo, y su mano se abrió dejando caer la espada, mostrando un poder más grande que el de ésta, pues no necesita humillar a nadie: el poder de un corazón libre, el único que conduce a la auténtica libertad.