MÁS ALLÁ DE LOS ORDENES DEL AMOR

     
  Nuestra educación nos ha enseñado a reconocer el amor sólo en determinadas cosas: las que considera "buenas". El amor es como el agua que adopta diversos estados y que es capaz de adaptarse a cualquier recipiente. Sin embargo, nuestra mirada ha sido conducida para reconocer al amor sólo en determinadas situaciones: son los órdenes del amor, que intentan encauzarlo en función de lo que una sociedad o familia considera importante. Esos órdenes están diseñados siguiendo las normas  de la dualidad para garantizar la presencia permanente de dramas en nuestra vida, ya que un amor así, iluminado por el sol de lo importante, proyecta sombras: las zonas que no reconocemos como amor, algo esencial para poder dramatizar nuestra mirada. Nuestro inconsciente contiene a muchas de estas sombras, que esperan que el sol de lo importante se ponga en nuestro horizonte y se desvele la omnipresencia del amor.

Cuando a través de la educación y de nuestra propia actitud vamos "encauzando" al amor de nuestros hijos y alumnos estamos adulterando su inocencia. Es así como nosotros fuimos renunciando a nuestro niño para dejar al mando a nuestro adulto, sin comprender que necesitamos a los dos para una vida plena.

  El amor no es algo que hay fuera de nosotros. sino una forma de mirar, un pasar por nuestro corazón la mirada para convertirla en inocente, es decir liberarla de lo importante para que descubra lo esencial. Por eso, el amor no necesita de cauces ni de órdenes, ¿qué sentido tiene ordenar lo que impregna todo ...?
  Querido lector, ¿en cuántos cauces has encerrado el amor? Cada juicio es un querer canalizar el amor para dejar de reconocerlo fuera de ese cauce. ¿Qué te parece permitir que el  amor se desborde, poco a poco,  de esos órdenes que ha establecido tu familia o tu sociedad …?  Cuando vas dejando que todo se impregne de amor comienzan a  desaparecer las sombras; en la familia las ovejas negras ya no serán vistas por ti como tales , comprendes que en el fondo no eran más que papeles del árbol genealógico que el orden del amor aceptado colocaba en ese lugar marginal. Te invito a rebelarte contra esos órdenes para revelar el amor en tu propia mirada, para liberarte de los cauces a los cuales un día te ataste y, así, sentir que el aire del amor nunca te falta.

  



DEL “NO ME IMPORTA” AL “ ¡QUÉ IMPORTA …! “, DE LO FALSO A LO AUTÉNTICO


    Para saber si me estoy autoengañando basta con observar si lo que pienso, siento y actúo son una misma cosa. Es fácil verlo en los demás: lo que alguien está diciendo no se corresponde con las emociones que muestran su mirada y en general lo que expresa su cuerpo. Cuando, por ejemplo, decimos "esto no me importa", hay que examinar el tono de voz con el que lo pronunciamos, veremos como prácticamente siempre que decimos esta frase la emoción que le acompaña dice lo contrario: ¿qué sentido tiene poner tanto énfasis en algo que no me importa ...?
    Desvelar el autoengaño en nuestras vidas es un paso fundamental para conocernos: no podemos conocernos desde lo no auténtico. Para afrontar la verdad sobre lo que realmente sentimos hemos de quitarnos la venda de los juicios, es decir, hemos de aprender a vernos desde la inocencia. De alguna manera hay que pasar del "no me importa", fruto de no admitir lo que sentimos, al "¡qué importa ...! " que representa la intención de no dramatizar lo vivido, es decir de no juzgarnos por lo hecho, de no juzgar a los demás por lo que nos han hecho, La primera expresión no admite la herida, la segunda le quita el poder de herirnos a lo ocurrido, y si no hemos podido evitar ser heridos se convierte en un bálsamo de curación.

¡Qué importa!,  pronunciado desde la miradas del corazón nos libera del drama que nos causó la herida,  y deja que ésta se sane de forma natural desde nuestra alegría interior.

    ¿Qué te parece, querido lector, empezar a admitir lo que te duele,  y curarte diciendo desde la inocencia: ¡qué importa! ? Para que la frase sea un bálsamo y sane nuestra herida hay que pronunciarla desde el poder de la Sabiduría de la Inocencia, elevándonos por encima del suelo de los juicios. Ensáyala hasta que seas capaz de pronunciarla como auténtica, hasta que lleve la música de tu propio corazón ...

   



HABLAR ILUMINANDO LOS OJOS DE QUIEN TE ESCUCHA


 Estamos inmersos en un grandioso instrumento musical, con infinidad de cuerdas: el aire. Cuando hablamos tenemos la oportunidad de tocar en él armoniosas melodías  o disonantes ruidos.
   Querido lector, te invito a  sentir a tus próximas palabras pronunciadas como una hermosa composición musical: cierra los ojos e imagínate que tocas las "cuerdas" del aire que te circundan con delicadeza y a la vez potencia, como si tocases un arpa del tamaño del universo, las palabras que vas a pronunciar forman parte de una canción que vas a entregar al mundo, es el regalo de tu aroma . Deja que la música de tu corazón suba hasta tu garganta y haz de cada palabra pronunciada un paso de tu danza, de tu danza de la vida ... es una danza única que hace de tus palabras un regalo para todos. Ahora habla durante un rato, sintiendo que todo el universo es un arpa en la que tocas tu propia danza, lo que digas ahora es pura poesía.
      Practica esto a solas con asiduidad, cuando te sientas seguro en tu nuevo arte vocal prueba a hablar a una persona con este sentir cultivado, deja que tus palabras dancen tu propia melodía ...  ¡el resultado te sorprenderá !.. habrás descubierto una forma de hablar más allá de los juicios y la dualidad , las personas te escucharán como nunca.. sus ojos empezarán a brillar como luceros en la noche, iluminados por su belleza interior que no puede evitar salir a recibir a tus palabras, su mirada se tornará inocente y tú podrás hablar sin miedo a los juicios ... como si te dirigieses a un niño ¿No te lo crees ...? Practica y ya me contarás ...  

 
Cuando nuestras palabras siguen las melodías de nuestro corazón y no son fruto de los estados de necesidad de nuestro ego, sino de la abundancia de nuestro ser, tienen el don de iluminar los ojos de quienes nos escuchan y hacernos sentir a la vez inocentes.



DISTINGUIR EL UNIFORME DE LA PIEL


   Cada ser humano es único en su esencia, aunque buena parte de la educación que recibimos intente uniformarnos. Nuestra esencia se manifiesta cuando nos quitamos el uniforme y dejamos de ser "soldados" de batallas que no son las nuestras. ¿Qué sentido tiene servir a lo que no sentimos ...? ¿Por qué lo seguimos haciendo ...?    Preguntas inquietantes que invitan a distinguir nuestra piel de nuestro uniforme.


   Nuestra educación nos hace creer que quitarnos la ropa es renunciar a nuestra piel, pero la verdad es que sólo desnudos de lo que no es nuestro sentir podemos reconocernos. Intentar averiguar quienes somos con el uniforme de nuestra cultura y de nuestro árbol familiar sólo puede llevar a filosofías laberínticas, que distraen a nuestra mente de nuestro propio sentir.
     ¿Qué te parece, querido lector, empezar a distinguir nuestro uniforme de nuestra piel ...? La intención es el primer paso, el segundo es crear un tiempo propio para andar este camino, el tercero es aprender a disfrutarlo, el cuarto ... lo dejo en manos de tu propia creatividad, ¡felices encuentros en  este caminar hacia tu desnudez!





¡ LA ALEGRÍA ES TUYA !


    Podemos andar sobre la vida siguiendo el ruido de nuestra mente, creando obstáculos frente a nosotros, haciendo de cada paso un crujido de lamento, de cada mirada un problema … así hasta extenuarnos, hasta hacer de nuestro caminar un transporte de “cargas”, seremos entonces un agente dramatizador, una invitación al conflicto. Claro que también existe otra opción:
    Podemos caminar sobre la vida haciendo que nuestra mente  cante siguiendo la melodía del corazón. En este caso seremos como una orquesta que invita a bailar, una invitación a hacer de la mirada una luz que siembra belleza. Seremos inmune al drama como el agua lo es a un hachazo, por pura fluidez.

Todos llevamos un payaso dentro: el adulto que busca la alegría de nuestro niño interior.

     Pensarás, querido lector, que muchas veces no tienes el cuerpo para ello, pero recuerda que siempre llevas contigo una fuente de alegría, ¿cómo... no te has dado cuenta de que siempre te acompaña? ¡Sí!, es fácil de comprobar, basta que busques un niño y le hagas sonreír ... verás como una alegría inmensa  empieza a fluir por todo tu cuerpo ... ¡No!, esa alegría que sientes no proviene del niño, nota que surge de tu adentro... es bombeada por tu propio corazón, en él vive la fuente de tu alegría: tu niño interior. Si no me crees pruébalo hoy mismo, si no te cruzas con ningún niño imagínatelo, pues al fin y al cabo ¡la alegría es tuya!