DEJAR DE TEMER A NUESTRA SOMBRA

 
    No tiene sentido cambiar lo que no me gusta de mí sin haber comprendido antes desde qué creencias estoy contemplando esa parte. Toda sombra es fruto de una luz, cada creencia sobre mí es como una luz con la que intento verme, mientras esa luz no venga de mi corazón, de mi centro esencial, proyectará la sombra de un juicio, de un debería de ser de ésta o de aquella manera. Ser nunca puede constituir un deber, porque si así fuese estaría al servicio de algo.
     La flor es cuando expresa su propio aroma, cuando nosotros negamos a una parte nuestra le estamos negando su esencia y con ello su sentido, nuestra sombra nos quiere conducir a lo que nos prohibimos para así hacerse visible ante nosotros, como el niño que llora rompiendo nuestra tranquilidad, como el adolescente que altera nuestros nervios desvelando nuestras propias incoherencias

Nuestra sombra lleva nuestro propio aroma, si la contemplamos sin juicios y la acogemos en nuestro corazón nos mostrará la belleza que oculta.

     Nuestra sombra no es nuestra enemiga, tan solo nos recuerda que mientras no la reconozcamos no estaremos completos. Muchas veces queremos crear paraísos para nuestros niños ignorando la sombra que hay en ellos, una auténtica educación irá en busca de las  sombras, la de los maestros y la de los propios alumnos, para reconocerlas desde el corazón y conseguir así un ser humano completo. No se puede ser íntegro sin contar con nuestra sombra, sin acogerla como parte nuestra, una vez reconocida dejará de molestarnos.
    Querido lector, ¿qué sentido tiene buscar tu felicidad mientras rechazas a una parte que te pertenece ...? Deja de temer a tu sombra, desarma tus juicios sobre ella y acógela en tu corazón, seguro que tiene sabiduría que entregarte.

   
  

DEJAR DE SER LA MARIONETA DE NUESTROS DRAMAS


      Lo que desde el "Valle de la Dualidad y los Juicios" parece un problema muy difícil de resolver, desde la "Montaña  de la Sabiduría   de la Inocencia" es un juego de niños. La niebla de ver a los otros desde nuestros estados de necesidad no nos deja percibir su esencia y lo que la misma viene a aportar a nuestra vida.


     Puede que un personaje del ego de una persona aparezca como nuestro enemigo, pero la esencia que lo sustenta detrás está siempre a favor de nuestro corazón; si somos conscientes de ello y seguimos nuestro sentir profundo, la persona inconscientemente nos dará todo lo que necesitamos para proseguir nuestro camino, aunque su ego interprete un gran enfado hacia nosotros. Esta forma de trascender el conflicto y beneficiarnos de él implica haber iniciado el camino hacia la "Montaña de la Sabiduría de la Inocencia", a medida que ganamos altura la perspectiva aumenta permitiéndonos percibir los hilos que tiraban de nosotros  haciéndonos marionetas de los dramas. La escalada mejora la calidad del aire que respiramos y nuestra propia salud se desdramatiza.

     Querido lector, ¿hace un poco de escalada ...?, ¿te animas a ver el valle más allá de su neblina ? Sí, ya sé que sueles estar muy ocupado en tus dramas cotidianos, pero ... ¿te imaginas dejar de ser su marioneta ...? 



SIN VESTIMENTAS QUE OCULTEN TUS ALAS


     Cuando empleamos la fuerza de la dualidad para intentar escapar de las prisiones de nuestra cotidianidad aumentamos por reacción la fuerza de los barrotes. En cambio cuando trascendemos la dualidad con el poder de nuestro corazón los barrotes ceden ante su ímpetu, como la cáscara del huevo cede ante la vida que cobijó: la naturaleza del corazón es la libertad y no hay prisión que pueda encerrarlo.


   Querido lector, no luches contra los barrotes, despliega simplemente las alas de tu libertad y vuela ... allá a donde tu corazón anhele. La auténtica libertad no se conquista luchando, sino ejerciéndola en cada uno de nuestros pasos. Ser libre es ser tú mismo, sin máscaras, sin victimismos, sin juícios, sin responsabilidades que no son tuyas ...  en definitiva, sin vestimentas que oculten tus alas.

(Dedicado a Bel Siquier, que me ha proporcionado gentilmente la imagen)






DEJAR EL JUEGO ADULTERADO DE LA RESPONSABILIDAD



    Empezamos viviendo la vida como un conjunto de posibilidades de jugar a esto o a lo otro, cuando nos cansábamos de un juego determinado cambiábamos sus reglas o simplemente buscábamos uno nuevo. Luego, sin percatarnos, nuestra educación nos fue metiendo en el juego de los adultos llamado responsabilidad, que básicamente consiste en mantener las cosas como están: ¡Y claro! el juego se volvió monótono. Este juego tiene una regla muy curiosa que no existe en los juegos de los niños: se llama a sí mismo realidad y descalifica al resto de lo lúdico con el nombre de "juegos de niños". En el fondo es como un juego adulterado, pues no permite cambiar las reglas y además no hace felices a los jugadores: es el adulterio de la inocencia.
    Para recodarnos que, a pesar de todo, no es más que un juego debemos permitir a nuestro niño interior observar a nuestro adulto doblegado por el peso de unas reglas despiadadas. Su mirada inocente, a salvo de las "responsabilidades", nos dará la perspectiva necesaria para encontrar la salida a "esto es lo que hay".


   Una vida  feliz requiere de la posibilidad de poder cambiar las normas de nuestro juego, de sentir nuestra libertad a cada paso. Para lograrlo hemos de terminar con el adulterio que supone  un sentido del deber que va en contra de lo que sentimos en nuestro corazón. Querido lector, mírate en el espejo de tu inocencia, reconoce la carga que doblega tu dignidad como ser humano libre y empieza a aligerarla. Poco a poco, irás reconociendo tu vida como un juego y podrás ir decidiendo qué reglas son las que alegran tu corazón. Cuando tus pasos ya sean ligeros y tu andar vuelva a ser erguido como el del niño que aún vive en ti, podrás dejar de mirar al suelo de tus problemas y empezar a otear el horizonte de tus sueños: tu adulterio habrá terminado y ante ti encontrarás juegos con los que ser felices y regalar tu alegría a los demás ¿Empezamos ya la descarga …?


 

SI ESTÁS HARTO DE PROTOCOLOS MÉDICOS, HAY OTRO CAMINO …


    Escuchar nuestro propio cuerpo sin temerlo, sin juicios previos, sin intermediarios es el mejor médico. De hecho, todas las medicinas han aprendido del dr. cuerpo. Sin embargo, nuestra educación en autoridades ha hecho que deleguemos nuestra salud en sistemas médicos. Así, llegamos al sorprendente resultado de sentarnos ante un médico para que nos hable de lo que le pasa a nuestro propio cuerpo, el galeno, para mayor sorpresa, tampoco sabe escuchar a su organismo, la consulta pues tiene lugar entre dos sordos.
      El facultativo suple su sordera con años de estudio, años que le han alejado aún más de sentir su propio cuerpo, su seguridad se ha traslado totalmente hacia otro cuerpo: el del estamento que sustenta su conocimiento aprendido. Esta situación ha llevado al lógico entronamiento de los protocolos, el facultativo se ha convertido en general en su súbdito.

Al médico se le enseña a escuchar antes al cuerpo de conocimiento en el que ha sido formado que a escuchar a su propio cuerpo: es la educación en autoridades.

     No puede haber personas auténticamente libres mientras estén sordas a sus propios cuerpos. La enfermedad grave, en el fondo, es un grito desesperado a nuestra sordera. Recuperar nuestro "oído" es un proceso que pasa por replantearnos la educación en la que formamos nuestro ego, hay que examinar las creencias sobre la vida y sobre nosotros mismos que aceptamos sin rechistar. Estudiar los Nuevos Paradigmas Biológicos, que hablan de nuestro poder de transformar y potenciar nuestra genética sólo cambiando nuestras creencias limitantes, es un buen comienzo para nuestra reeducación hacia seres libres.
      ¿Qué te parece, querido, lector, empezar a documentarte sobre el tema y a la vez comenzar a escuchar a tu cuerpo sin ninguna clase de prejuicios ...? ¿Qué no tienes ni idea de escuchar a tu cuerpo ...? Comienza por imaginar que puedes sentir sus respuestas, por supuesto que él no habla en palabras, pero créeme que sabe muy bien como comunicarse antes de empezar a "gritarnos"

Nuestro cuerpo no nos hablará en palabras, eso es cosa de nuestra mente, tiene su propia música para comunicarse con nosotros  antes de tener que emplear el grito de la enfermedad. Se trata de aprender a escuchar su melodía a través del sentir, el sentido más profundo del que disponemos.