EMOCIONES CON RUMBO


   Las emociones nos mueven sin rumbo aparente, el sentir nos da sentido. Muchas veces nos movemos en el mar de la emociones sin entender su significado en nuestra vida, enormes tormentas nos llevan de aquí para allá ... alguna de ellas nos deja varados, con nuestra barca fuera del agua, sin posibilidad de navegar. Tras una experiencia así empezamos a desconfiar de nuestras emociones: ¿cómo es posible que algo nuestro nos traicione? Pero las emociones como los vientos en la mar tienen sus explicaciones, lo que emociono es fruto de mi forma de mirar y ésta es consecuencia de las creencias en las que he sido educado, nuestra educación nos ha hecho invisibles esas mismas creencias: la indefensión está servida.


     Hacer visibles las creencias que conducen nuestra mirada es una labor de autoconocimiento, de introspección, de buceo en el mar de nuestras emociones. No podemos seguir navegando en un océano que desconocemos, hemos de sumergirnos y descubrir la vida que hay en él.  Las emociones nos desconciertan porque no hemos sido preparados para entenderlas:  ignoramos que hemos sido educados en creencias basadas en la dualidad, en la división, en el enfrentamiento…  creencias que han programado nuestra mente, nuestro ego. Muchas de esas emociones al no ser bien vistas socialmente las reprimimos: ¡ya estamos generando poco a poco las condiciones climáticas para el próximo huracán! Nuestras fuerzas interiores se concentran, acumulan energía y esperan el momento adecuado en el exterior para liberarse: son las emociones gobernadas por un inconsciente obediente a nuestras creencias generadoras de drama.


     Sin embargo, existe un poder capaz de direccionar nuestras emociones, de darles rumbo nada menos que hacia nuestra felicidad, hacia el cumplimiento de nuestros sueños más atrevidos y anhelados. Un poder más grande que nuestras creencias limitantes, porque a diferencias de éstas no está en nuestra mente programada, sino en nuestro centro de poder, sabiduría y sensibilidad: nuestro corazón. Es el poder del sentir de nuestro corazón, que no hay que confundir con el sentir generado por el sucedáneo que de él ha creado nuestro ego y que es el responsable de nuestras tormentas emocionales sin rumbo, ese “corazón” es el que sustenta nuestros dramas, el que llega a varar nuestra barca, el que nos emociona ocultándonos nuestro auténtico sentir.
    Revelar el sentir del verdadero corazón requiere conocer y reconocer las creencias desde las que estamos contemplando y creando nuestra vida, y también ir cambiándolas por otras que sean trasparentes al sentir que nos pone en contacto con nuestra esencia. En una vida auténtica, en armonía con nuestro sentir profundo, las emociones no van en nuestra contra, sino que nos propulsan a vivir las aventuras que realmente anhelamos, son las emociones guiadas por nuestro sentir, son emociones con rumbo.

   



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