NUESTRO TESORO DENTRO DEL COFRE DE LA ABUNDANCIA
Cuando
reiteradamente nos sentimos insatisfechos con nuestra vida no es una mala
noticia. Para sentirnos insatisfechos de nuestra cotidianidad hay que presentir
que existe algo mejor. Nuestra mente consciente puede no vislumbrarlo, pero
nuestro sentir interior nunca falla: hay una vida mejor esperando que la
descubramos.
Esa vida
no puede consistir meramente en satisfacer estados de necesidad del ego,
sencillamente porque estos no se terminan de satisfacer nunca, unos llevan a
otros en un carrusel sin fin: es el sentido dramático de la vida.
La vida
que anhelamos es la de entregar nuestro tesoro al mundo. Más allá de nuestro ego
desempoderado existimos como seres libres, sólo desde esa libertad podemos
entender nuestra grandeza. Precisamente esa grandeza es la que hace que
poseamos un tesoro que entregar a la vida. Cuando el ego se libera de un número
suficiente de creencias limitantes, puede entender todo esto y ser el primero
en querer encontrar ese tesoro y entregarlo, pues precisamente eso es lo que
puede liberarle de sus estados de necesidad y convertirlo en un ego empoderado.
El tesoro
aguarda en nuestro interior, sus “piedras preciosas” son nuestros sueños, esos
que cuando el ego los conozca le van a encandilar, jugará con su brillo como un
niño que descubre algo nuevo y mágico…
deseará enseñar sus joyas a todo el mundo. Cuando comprenda que el
“cofre” posee el don de la abundancia -cada vez que das una joya de él aparece
otra más hermosa y valiosa- empezará a repartir su tesoro, a entregarlo a la
vida … y sentirá una felicidad alada.
Querido
lector, ¿no sientes la presencia de ese tesoro dentro de ti …? ¿No tienes la
tentación de abrir el cofre …? ¡Es tuyo!
¿Has pensado en hablarles de su tesoro a tus hijos
o a tus alumnos o a tus amigos más íntimos …? ¿Qué mejor noticia que
comunicarles que son ricos? Puedes pensar que no te van a creer, pero si tú
mismo sientes la presencia de tu tesoro, cuando les hables a ellos del suyo lo harás desde la abundancia y … ¿quién se puede resistir a ella …?
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